sábado, 2 de julio de 2011

Petra Kvitova

Tras ver que ningún canal de mi televisión retransmitía la final femenina de Wimbledon, he encendido mi portátil para buscar alguna web que la diera. He encontrado la web, he conectado el ordenador a mi televisor y me he tirado en el sofá.

Eran las 15:20h y el partido ya llevaba unos juegos disputados; Sharapova se enfrentaba a Kvitova. En un principio quería que ganase la rusa ya que de la segunda no sabía nada y el atractivo de Sharapova, al igual que me pasaba en su época con Sabatini, hacía que me decantara ligeramente hacia ella (argumento pelín machista, lo sé).

A medida que transcurría el partido ha ido creciendo mi simpatía hacia la checa por argumentos meramente tenísticos, además de por ser zurda, como un servidor... siempre he tenido debilidad por los deportistas zurdos. El problema es que la hora del partido invitaba a una siesta y me debatía continuamante entre la consciencia e inconsciencia en medio de los gritos de Sharapova. En un momento dado, uno de esos alaridos me ha despertado y, una vez despejado, he visto a la checa festejando el título.

Resumiendo, del partido poco me he enterado, pero la entrega de trofeos y las posteriores entrevistas sí las he visto y he sacado una conclusión: Kvitova me cae muy bien. Estoy escribiendo este post sin saber nada de ella, ni siquiera he visitado la wikipedia para documentarme un poco, pero tampoco me hace falta para lo que aquí quiero decir.

Simplemente quería aprovechar estas líneas para mostrar mi alegría por su victoria, porque está muy lejos de todo el merchandising que rodea a las guapas Sharapova e Ivanovic o a las espectaculares hermanas Williams. Me la he imaginado como una sencilla joven de la República Checa que, a base de interminables horas de entrenamiento había conseguido huir de un futuro gris en su país. Y ahora esa tenaz trabajadora había cumplido su sueño y era incapaz de asimilar lo que acababa de conseguir. Sólo había que ver a las personas que estaban en su palco, del que me ha llamado la atención su hermano (un tipo corriente con cara de buena persona) y su entrenador, un gordito con greñas y con una cámara de vídeo de los años 90 (menudo trasto llevaba en su mano) grabando todos los detalles de la ceremonia final... por no hablar de cómo ha festejado la victoria con el que tenía a su lado, saltando y chocando las barrigas en el aire.

La chica estaba en una nube con su trofeo de campeona (una bonita ensaladera); la periodista le ha preguntado si había sido el mejor partido de su vida y aún ha dudado antes de contestar que sí, lo que ha provocado las risas de todo el público. Las cámaras le han seguido hasta la zona de vestuarios, donde todo el mundo le felicitaba y ella sonreía tímidamente con su ensaladera baja el brazo. Era el objetivo de todos los fotógrafos, quienes le han pedido que se hiciera una foto al lado de una placa con el nombre de todas las ganadoras de Wimbledon. Y ahí estaba ella, la simpática Kvitova, sin aún creerse que ella ya formaba parte de la historia del mejor torneo de tenis del mundo. A partir de hoy, el apellido Kvitova estará inscrito en esa placa junto a otros ilustres apellidos como Navratilova, Graf y Williams.



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