miércoles, 10 de marzo de 2010

Anónimo

Ocurrió hace 15 años en un partido de fútbol de la liga inglesa. El francés Eric Cantona había sido expulsado tras una fea entrada a un rival y se dirigía al túnel de vestuarios. El ambiente estaba caldeado y durante su trayecto recibió todo tipo de insultos por parte de la hinchada enemiga. Hasta aquí nada nuevo en el mundo del fútbol; lo que pasó a continuación provocó unas de las acciones más recordadas sobre un campo de fútbol.

Matthew Simmons, hincha del Crystal Palace, no había tenido una buena semana en el curro pero eso no parecía importarle ya que el fin de semana le esperaba una cita importante... el gran Manchester United llegaba a la ciudad y eso había que celebrarlo. Antes del partido tocaba enciegarse con los colegas para poder ir al encuentro bien "entonado". A medida que el alcohol va invadiendo las venas de Matthew, el joven british se va creciendo y compite con sus amiguetes para ver quien es el más gallito. No sé si el concurso lo ganó él, no lo creo, porque dejó lo mejor para el final.

Cantona, con caminar lento y chulesco, recorre la banda camino de la ducha; mientras Simmons, totalmente embriagado, no para de soltar burradas jaleado por sus acompañantes. Entonces se produce un cortocircuito en la cabeza del joven hincha, probablemente provocado por su afán en convertirse en el jefe de su manada... baja varias filas para ponerse a la altura del francés y le suelta lo siguiente:

"Vuélvete a Francia con tu puta madre, bastardo"

El resto de la historia ya la sabéis todos. No seré yo quien defienda la reacción de Cantona, pero sí que hubo algo en aquella acción que me fascinó y no fue otra cosa que el hecho de individualizar a la masa. Esa frase no es mía, por supuesto, pero lo leí en una columna de un periodista cuyo nombre no recuerdo ahora (ni nunca). El escritor en cuestión, aún censurando la agresión del futbolista, en cierto modo aplaudía el hecho de haber puesto nombre y apellidos al cobarde que se esconde en la multitud para tirar la piedra y esconder la mano.

La patada de Cantona fue una forma de señalar con el dedo al tío que se refugia en el anonimato para insultar gratuitamente, como dijo el periodista, individualizar a la masa. Y esta forma de actuar, la de los anónimos, puede llevarse a muchos otros ámbitos de la vida, sin ir más lejos al mundo de internet. Cuántas veces habremos visto comentarios faltones en foros y blogs, siendo en la mayoría de los casos, firmados por un anónimo. Me parece muy correcto el querer mantener la intimidad en un medio como éste (yo lo hago), pero si es así, que por lo menos sea para algo constructivo.

A mí me sirve una norma muy sencilla que me suelo aplicar: cuando critico a alguien que no está presente, tiene que ser una crítica que sea capaz de decírsela a la cara. Si no es así, me estaré comportando como un mezquino. Llevada esta sencilla norma a internet, ¿cuántos comentarios mezquinos se pueden leer en un sólo día? Por cierto, acabo de encontrar un significado de mezquino que resume bastante bien lo que quiero decir: "falto de nobleza de espíritu".


10 comentarios:

  1. Fernando, muy bien dicho. Hay que tener dignidad en este mundo de anónimo de Internet.
    Dmitry

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  2. CLAP CLAP CLAP!!!!

    Pat

    pd: escribo como anonimo en honor a tu post

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  3. Quince años, ya?? Joerrr.

    Gran post. Aunque aprovecho para decirte que eres un mamarracho y abrazafarolas.

    ; )

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  4. Lo de abrazafarolas me ha recordado al gran José María García... "el deporte español está lleno de estómagos agradecidos, lametraserillos y abrazafarolas"

    jajaja

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  5. Hola Fernando!

    Me ha encantado tu entrada y la reflexión que haces. Tienes toda la razón...

    Un beso.
    Julia

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  6. Hola Mágica;

    Hoy contenta por Alonso, eh???

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  7. Pablo, Pablito, Pablete. ¿Quién se acuerda de los viejos fantasmas de García hoy? Nadie.

    Gran post, sí. Mola.

    ¿Qué le ha pasado a Federer?

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  8. Se ve tan superior que a veces se confía... otra cosica es el currelas de Nadal jejeje

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