miércoles, 17 de marzo de 2010

Cuadrilla

Aún recuerdo cuando iba a la peluquería con 10 años; mi primera y única frase al entrar era "ha dicho mi madre que me cortes el pelo muy corto". En esa época no tenía otra elección, es más, cuando regresaba a casa, mi madre me echaba un vistazo y me solía decir lo siguiente: "pues no te ha cortado mucho, ¿eh?".

Con esa edad, me quedaba quieto como una estatua, casi sin pestañear, mientras el peluquero hacía su trabajo. Y, por supuesto, daba igual que sintiera que el corte de pelo no me favorecía, jamás decía nada; pagaba el dinero que me había dado mi madre, me despeinaba con las manos nadas más salir a la calle y me iba a casa con ese picor típico de los pelos caídos sobre la nuca. No sé si seré el único, pero cada vez que al peluquero le da por peinarte cuando ya ha terminado su trabajo, jamás acierta con tu estilo y te sientes totalmente ridículo con su super-peinado; él te pregunta "¿así, qué tal?" y tú le respondes "bien, bien" (cuando realmente estás pensando: bien, bien que me lo voy a despeinar nada más salir de aquí... vaya mierda que me has hecho).

Ahora, con 32 años, cuando voy a la peluquería ya soy yo el que elijo el estilo de corte de pelo que quiero, incluso me atrevo a decir lo siguiente: "no te preocupes, ya me peino yo en casa". Otra cosa que he ganado con la edad es que ya no permanezco mudo mientras el peluquero corta mi pelo, todo lo contrario, mantenemos todo tipo de conversaciones. El otro día, el diálogo se centró en el mundo de las cuadrillas, amigos y amiguetes.

Tras vivir en varias ciudades, me he dado cuenta que el concepto de cuadrilla se encuentra muy arraigado principalmente en el norte de nuestra península. Hay muchas variedades, pero el perfil de cuadrilla que a mí me ha tocado vivir más de cerca es el de un grupo de amigos formado en el colegio a la edad de 14-15 años, compuesto únicamente por varones, con la entrada muy restringida a posibles nuevos miembros y cuyo nexo de unión era el trinomio "deporte-primeros ciegos-primeros ligues". Imagina cómo puede evolucionar este nexo de unión cuando ya han transcurrido cerca de 20 años...

Últimamente me da por preguntar a mucha gente cómo entiende el concepto de "cuadrilla", y aunque las respuestas son muy variadas, en el fondo saco una conclusión un poco pesimista de todos estos puntos de vista. Y digo pesimista porque en general, una vez pasada la barrera de los 30 tacos, la visión que se tiene es la de una relación de mínimos: la cuadrilla ahí está, para cuando me conviene, para cenar de vez en cuando con los colegas y para poco más... Es entonces cuando me pregunto: ¿hasta qué punto merece la pena esforzarse por mantener esta relación? ¿qué me aporta esa relación de mínimos?

Mi peluquero me comentaba que algún miembro de su cuadrilla aún no le ha llamado para preguntar por su recién estrenada paternidad, y ya han pasado 2 meses. En cambio, otros amigos, posteriores a la cuadrilla, han estado preocupándose en todo momento. Tampoco es plan de ponerse transcendental, pero hasta qué punto se debe "fidelidad" a la cuadrilla... si hago un plan con unos amigos, ¿tengo que planteárselo a toda la cuadrilla? La respuesta obvia sería "no", pero aquí un servidor tendría una extraña sensación de culpa que al final le forzaría a hacer público el plan. Lo malo es que esa sensación de culpa, pronto se convierte en una sensación de "soy gilipollas" cuando delante de tus narices, dos de tu cuadrilla quedan para cenar al día siguiente y a ti ni te lo plantean. Sé de uno que, ante tales preocupaciones, enseguida diría: "joder, parecéis tías".

No creo que sea cuestión de parecer tía o no, sino de preocuparse un poco por la cada vez menos valorada palabra "amistad". Yo soy de los que piensan que la amistad hay que cuidarla, porque de lo contrario, el tiempo y la dejadez se encargan de destruirla y llega un momento en el que ese amigo de la infancia es hoy un auténtico desconocido para ti. Supongo que todo esto que estoy contando forma parte de un proceso vital lógico, y uno no se puede oponer al transcurrir del tiempo, ni puede esperar lo mismo con 30 que con 20 años. Los amigos se van casando, teniendo hijos, haciendo nuevas amistades y marcando su propio camino. Es normal que esos caminos no siempre se crucen, pero lo difícil puede que sea el darse cuenta. Precisamente por ello, ahora mismo me conformo con tener el conocimiento suficiente para poder diferenciar el grano de la paja, y poder así obrar en consecuencia. Por cierto, veo que el peluquero me ha hecho un pequeño trasquilón en el lado izquierdo... eso por hablar tanto... es que parecemos tías.

4 comentarios:

  1. Fernando, tu sabes que si todos los políticos del mundo entregaron sus poderes a los manos de peluqueros no tuviéramos guerras, conflictos, problemas de pobreza, problemas de salud, dinero, sexo, suegros, etc. porque peluqueros tienen solución a todo jeje.

    Y muy interesante lo que tu dices sobre el concepto de “cuadrilla”. Desafortunadamente perdí contacto con mío hace muchos años.

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  2. Desgraciadamente mi peluquero tiene poco trabajo...jeje

    "Es ley de vida". Las relaciones van cambiando pero lo importante es quedarte con un poquico de cada una. Disfrutar del "nuevo" presente y tener agradables recuerdos pasados.

    Yo ya no creo que tengas un compromiso de avisar a los demás como hubieras tenido dos o tres años atrás. Otra cosa sería que te estén llamando continuamente y luego tu no correspondieses.

    Creo que no es el caso, no??

    saludics

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  3. Dmitry: me alegra mucho el que te hayas animado a crear un blog. Lo seguiré de cerca.

    Pat: te veo muy maduro, jejeje.

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  4. soy blogger jajajaja

    pat

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