Al llegar hoy a casa ya no tenía ningún nuevo partido del Open de Australia grabado en el iplus, aparatito éste que me ha dado la felicidad estos últimos quince días. Seré breve en cuanto a la publicidad gratuita que voy a dar a digital plus, pero he de admitir que ha sido una decisión más que acertada el suscribirme al plus con el paquete deporte. El iplus es un extra que puedes contratar por 10 euros al mes y te proporciona la posibilidad de ver canales en alta definición y a su vez te sirve de disco duro grabador; gracias a él podía ver los partidos en diferido al día siguiente...la diferencia horaria entre Melbourne y Pamplona así lo aconsejaba.
La principal razón por la que contraté este servicio fue poder ver los siguientes eventos: Open de Australia, Wimbledon, Open de USA y, por supuesto, NBA. Llevo un mes como abonado y ya no puedo concebir la televisión de otra forma...bueno, hasta aquí la publicidad.
A continuación voy a dar mi visión de lo que ha supuesto para mí este torneo. En primer lugar me encantó ver las primeras rondas que enfrentaban a los top 5 del mundo contra jugadores desconocidos; era tremendo ver la diferencia que existía entre unos y otros. Recuerdo a un 180 del mundo o algo así, como atravesaba el túnel de vestuarios seguido de Roger Federer, camino de la pista principal repleta de público...hasta yo me ponía nervioso sólo de imaginarme en la piel del pobre desconocido aspirante. Además me encantaba poner la opción del partido sin comentaristas (bendito iplus) para sólo oir el sonido ambiente; el silencio de los dos tenistas caminando desde sus vestuarios hasta la pista era inquietante. Los pasillos estaban decorados con fotografías tamaño poster de todos los ganadores de la historia del torneo, así que el pobre 180 del mundo podía ver la foto de su próximo verdugo en las paredes mientras caminaba hacia una muerte tenística segura.
Me gustó mucho ver el cuadro femenino y he de admitir que siempre iba con la que me parecía más atractiva, como hice en su día con Sabatini...pero no me maliterpreten, no era una cuestión machista, se trataba más bien de una cuestión de simpatía, es decir, apoyaba a la que me transmitía algo. Por ejemplo, en la final, la guapa oficial era Sharapova pero yo iba con Azarenka porque tenía pinta de ser una tía graciosa y despistada, no sé, algo había en ella que me hacía reir. Me hizo mucha gracia, por ejemplo, cuando le echó la bronca a una pelota que venía del campo de su rival y que a punto estuvo de entrar en su campo tras dar en el poste de la red...le vino a decir algo así como, ¿a dónde vas, atontada?
El viejo rockero Hewitt le hizo un set a Djokovic, Llodrá dio espectáculo cirquense a pesar de la páliza que le estaba metiendo Murray, Nishikori se convirtió por unas horas en mi ídolo tras ganar un partidazo a Tsonga. Ana Ivanovic me pareció espectacularmente atractiva (este caso es diferente al de Azarenka, lo admito), la reacción de Berdych al acabar el partido me hizo lamentar que el bolazo de Almagro no le hubiera dado la cara...el checo pasa a mi lista negra de tenistas que la componen él mismo y el sueco Soderling.
El set de Hewitt al serbio contó con la inestimable ayuda de la plaga de grillos e insectos que se dieron cita en aquella calurosa noche de Melbourne. Hasta a un medio centenar de aves les dio por dar vueltas dentro de la pista central durante unos segundos para saludar al ídolo local...el australiano es tan conocido en su país que hasta las gaviotas le conocen, llegó a decir el comentarista.
Y qué decir de la victoria de Rafa sobre el jodido checo, vengándose así de Almagro, o del parón por fuegos artificiales en el partido entre Nadal y Federer que sirvió para despistar al suizo y ayudar a Rafa a ganar el set que tenían entre manos...era el día nacional de Australia así que los fuegos en ese momento eran más importante que el duelo entre dos de los mejores de la historia. La otra semifinal entre Murray y Djokovic fue espectacular y a punto estuve de acertar con mi pronóstico porque desde que Lendl está con el escocés tengo una fe ciega en Murray, un tipo tímido que me cae muy bien y que le deseo una victoria en algún grande, y si puede ser en Wimbledon, pues mucho mejor.
Gracias a las geniales entrevistas post-partido hechas por Jim Courier y alguno más, supe que la película favorita de Murray es Braveheart, cosa que enloqueció al público australiano más receloso de la madre patria británica. Nole nos contó que la madre de una niña le desafió en un entrenamiento del serbio a que no era capaz de ganar a su hija de 12 años...Nole aceptó el reto y...admitió que perdió 3-2 ante las risas del público. La primera derrota del año le añadio Courier...esperemos que no sea la última, añado yo.
Me impactó mucho la lesión de Anabel Medina en su encuentro con la china Li; horas antes había declarado que se veía con posibilidades de plantar cara a la asiática, pero la mala suerte se cruzó en su camino y tuvo que retirarse de la pista con un amargo llanto. "Joder Paco, por qué me tiene que pasar otra vez?" le gritaba la española a su entrenador, recordando otra lesión que tuvo en el mismo escenario hace ya unos años.
La final fue una batalla física y mental, más que un partido de tenis. El partido comenzaba a las 9:30h de la mañana (hora pamplonesa) de un domingo. Invité a un par de amigos a ver el partido, pero optamos por verlo en diferido con una hora y media de retraso (otra de las posibilidades del iplus) para no tener que madrugar en exceso. Así que cuando la gente "normal" ya saboreaba el primer set de Rafa, nosotros aún estábamos en el calentamiento. El peligro de ir una hora y media detrás del directo es el exterior...cualquier llamada o mensaje al móvil suponía un riesgo de saber más de la cuenta, así que tras averiguar antes de tiempo que en el cuarto set iban a ir 4-4 o intuir que había quinto set, optamos por apagar todos los teléfonos para vivir en nuestro micro-mundo en diferido. A eso de las 16:45h terminamos de ver la gran batalla; las pizzas ingeridas llenaban nuestros estómagos, nuestras cabezas estaban cargadas despues de 6 horas delante del televisor y a las 18h teníamos un partidillo de dobles los tres televidentes más un cuarto. Nos dijimos "hasta luego" atontados por el duro palo infringido por el serbio y poco después nos vimos de nuevo sobre la tierra batida...durante unos 20 segundos nos sentimos mejores jugadores gracias a nuestra imaginación, después volvimos a nuestra realidad de torpes barrigudos jugando a tenis.
Al día siguiente me levanté con agujetas y pensé que si yo estaba así, cómo estaría Rafael Nadal...
El diario de un nadalista
Hay tres clases de tenistas: los profesionales, los aficionados que juegan muy bien y el resto. Yo pertenezco al resto, a ese grupo de tenistas amateurs que participan en torneos sociales pero que disfrutan más que los primeros y los segundos. Somos los domingueros del tenis, pero también merecemos nuestro hueco...aquí lo encontrarás.
lunes, 30 de enero de 2012
domingo, 1 de enero de 2012
Feliz 2012!
Últimamente este blog no ha recibido los mimos que se merece por mi parte y el principal motivo es que ando un poco liado con otro blog que en estos momentos necesita de mi tiempo:
http://openteniscasino.blogspot.com/
Se trata de un campeonato que hemos montado unos amiguetes tenistas, así que hasta que finalice el mismo, estaré más pendiente del Open Tenis Casino que del diario nadalista. De todos modos, he querido escribir estas líneas para desearos a todos los que alguna vez os dejais caer por aquí un maravilloso año 2012.
Un abrazo!
PD: invitados quedáis a seguir la evolución del torneo a través del blog arriba indicado.
http://openteniscasino.blogspot.com/
Se trata de un campeonato que hemos montado unos amiguetes tenistas, así que hasta que finalice el mismo, estaré más pendiente del Open Tenis Casino que del diario nadalista. De todos modos, he querido escribir estas líneas para desearos a todos los que alguna vez os dejais caer por aquí un maravilloso año 2012.
Un abrazo!
PD: invitados quedáis a seguir la evolución del torneo a través del blog arriba indicado.
jueves, 1 de diciembre de 2011
Modales: tenis vs fútbol
La semana pasada me fui a Londres con mi mujer y otro matrimonio; cualquier excusa es buena para visitar esta ciudad, más aún si se celebra el Torneo de Maestros de tenis en el espectacular estadio O2. La experiencia, como podéis imaginar, fue buenísima, a pesar de que Rafa no estuvo al nivel al que nos tiene acostumbrados. Ferrer jugó un gran tenis, aunque al final nos quedó la sensación de que podía haber llegado aún más lejos. Pero para un amante del tenis, como lo es un servidor, el mero hecho de ver en directo a tenistas como Federer, Tsonga o Djokovic ya supone un exquisito manjar, independientemente del papel desempeñado por los nuestros. De todos modos, este post que me dispongo a escribir no va a hablar de aspectos tenísticos que pude observar durante el torneo...
El sábado de las semifinales, sólo teníamos entradas para la sesión de tarde y aunque se nos pasó por la cabeza acudir a la reventa para ver el partido Federer-Ferrer, al final optamos por ser racionales y no gastarnos más de 150 libras esterlinas por cabeza. Aprovechamos la mañana para hacer turismo y a eso de las 14h se me ocurrió preguntar a qué hora jugaba el Chelsea. Tras consultarlo a través de la blackberry, vimos que jugaba contra los "superconocidos" Wolves a las 15h en Stamford Bridge. Le miré a mi amigo, él enseguida comprendió lo que se me pasaba por la cabeza y nuestras mujeres no pusieron ninguna pega; ellas se quedaban de compras a su aire y nosotros al fútbol.
Cogimos el metro rumbo a la parada más cercana al estadio, no sin antes preguntar a unos aficionados del Chelsea cómo veían el tema de conseguir entradas, a lo que nos contestaron con pesimismo que estaban agotadas y que en la reventa eran carísimas. Aún así fuimos a nuestro destino con ilusión y en la inmediaciones del estadio era fácil detectar a los reventas. Uno de ellos nos abordó con disimulo y nos llevó a un sitio alejado de la policía para tratar de llegar a un acuerdo. Era un inglés con pinta de mafiosillo de tercera, pero imponía. Nos pide 75 libras, ofrecemos 45, nos dice 60, las compramos por 55...
En los partidos de tenis del día anterior, el perfil de público asistente era de cierta educación, no del tipo refinado "palco VIP de Wimbledon", pero sí de un cierto nivel. Si te sentabas en un sitio que no era el tuyo, el dueño de la localidad se acercaba a ti disculpándose por "molestar" y te hacía ver con educación que ese era su sitio, todo ello con una gran sonrisa. Incluso el personal de seguridad era amable y el hincha más radical que nos encontramos fue un francés disfrazado de gallo que no paraba de animar a Tsonga, pero con buenos modales siempre, rozando incluso la ñoñez.
Al entrar en Stamford Bridge enseguida nos dimos cuenta que el estilo de gente era bien diferente. Yo me defiendo con el inglés, pero mi amigo lo domina, así que era una ventaja a la hora de entender según qué frases. Resumiré nuestra estancia en el fútbol con dos de las frases que nos recordaron que no estábamos en el O2 viendo tenis:
- En un momento dado, me despisté en un pasillo de las gradas haciendo fotos antes de que comenzara el partido. En ese instante apareció un gordo cincuentón que con un medio empujón me dijo "aparta" con su correspondiente cara de asco. El hombre se quería sentar en su localidad y yo simplemente estaba entre él y su trono.
- En el descanso del partido, probamos a sentarnos en unas localidades más cercanas a la portería. Por la pinta de los hinchas del Chelsea, entiendo que estábamos cerca de algún sector radical, pero nuestra idea era permanecer sentados en aquellos asientos hasta que aparecieran sus verdaderos dueños. Al sentarnos, empecé a notar ciertas miradas que no sabía si interpretarlas como amigables o todo lo contrario, aún así seguimos sentados unos 3 minutos más, hasta que mi amigo entendió lo que uno de ellos dijo: "joder, cuando venga John, se va a follar a esa parejita jajaja". Ese fue el momento en el que mi colega me dijo: "Fernando, volvamos a nuestro sitio".
El asunto del asiento de John no me lo tomé como algo personal, ni pensé que ese tipo quisiera violarnos; más bien lo interpreté como un código interno de honor por el que si un hooligan del Chelsea ve que 2 españolitos le quitan el asiento, tiene la obligación moral de soltarles un par de osti** , de lo contrario su reputación caería por los suelos. Aún así, en ese momento preferí tener en el asiento contiguo al ñoño gallito francés.
El sábado de las semifinales, sólo teníamos entradas para la sesión de tarde y aunque se nos pasó por la cabeza acudir a la reventa para ver el partido Federer-Ferrer, al final optamos por ser racionales y no gastarnos más de 150 libras esterlinas por cabeza. Aprovechamos la mañana para hacer turismo y a eso de las 14h se me ocurrió preguntar a qué hora jugaba el Chelsea. Tras consultarlo a través de la blackberry, vimos que jugaba contra los "superconocidos" Wolves a las 15h en Stamford Bridge. Le miré a mi amigo, él enseguida comprendió lo que se me pasaba por la cabeza y nuestras mujeres no pusieron ninguna pega; ellas se quedaban de compras a su aire y nosotros al fútbol.
Cogimos el metro rumbo a la parada más cercana al estadio, no sin antes preguntar a unos aficionados del Chelsea cómo veían el tema de conseguir entradas, a lo que nos contestaron con pesimismo que estaban agotadas y que en la reventa eran carísimas. Aún así fuimos a nuestro destino con ilusión y en la inmediaciones del estadio era fácil detectar a los reventas. Uno de ellos nos abordó con disimulo y nos llevó a un sitio alejado de la policía para tratar de llegar a un acuerdo. Era un inglés con pinta de mafiosillo de tercera, pero imponía. Nos pide 75 libras, ofrecemos 45, nos dice 60, las compramos por 55...
En los partidos de tenis del día anterior, el perfil de público asistente era de cierta educación, no del tipo refinado "palco VIP de Wimbledon", pero sí de un cierto nivel. Si te sentabas en un sitio que no era el tuyo, el dueño de la localidad se acercaba a ti disculpándose por "molestar" y te hacía ver con educación que ese era su sitio, todo ello con una gran sonrisa. Incluso el personal de seguridad era amable y el hincha más radical que nos encontramos fue un francés disfrazado de gallo que no paraba de animar a Tsonga, pero con buenos modales siempre, rozando incluso la ñoñez.
Al entrar en Stamford Bridge enseguida nos dimos cuenta que el estilo de gente era bien diferente. Yo me defiendo con el inglés, pero mi amigo lo domina, así que era una ventaja a la hora de entender según qué frases. Resumiré nuestra estancia en el fútbol con dos de las frases que nos recordaron que no estábamos en el O2 viendo tenis:
- En un momento dado, me despisté en un pasillo de las gradas haciendo fotos antes de que comenzara el partido. En ese instante apareció un gordo cincuentón que con un medio empujón me dijo "aparta" con su correspondiente cara de asco. El hombre se quería sentar en su localidad y yo simplemente estaba entre él y su trono.
- En el descanso del partido, probamos a sentarnos en unas localidades más cercanas a la portería. Por la pinta de los hinchas del Chelsea, entiendo que estábamos cerca de algún sector radical, pero nuestra idea era permanecer sentados en aquellos asientos hasta que aparecieran sus verdaderos dueños. Al sentarnos, empecé a notar ciertas miradas que no sabía si interpretarlas como amigables o todo lo contrario, aún así seguimos sentados unos 3 minutos más, hasta que mi amigo entendió lo que uno de ellos dijo: "joder, cuando venga John, se va a follar a esa parejita jajaja". Ese fue el momento en el que mi colega me dijo: "Fernando, volvamos a nuestro sitio".
El asunto del asiento de John no me lo tomé como algo personal, ni pensé que ese tipo quisiera violarnos; más bien lo interpreté como un código interno de honor por el que si un hooligan del Chelsea ve que 2 españolitos le quitan el asiento, tiene la obligación moral de soltarles un par de osti** , de lo contrario su reputación caería por los suelos. Aún así, en ese momento preferí tener en el asiento contiguo al ñoño gallito francés.
domingo, 23 de octubre de 2011
Simoncelli
Me levanto a las 9:30h con la intención de ver la final del Mundial de Rugby, sabiendo que lo echan por algún canal de pago. Aún así confío en la débil señal de Eurosport que llega a nuestra televisión a través de la antena parabólica de la comunidad; hoy la señal de dicho canal es más débil que nunca y no se ve absolutamente nada. No soy aficionado al rugby, pero una final del Mundial y ver a los All Blacks supone un gran atractivo.
Todavía me queda la opción de buscar alguna web pirata donde poder ver la final, pero al tener televisión en el dormitorio, se me pegan las sábanas y me quedo tumbado en la cama mientras cambio de canal. Es entonces cuando me paro en TVE, que está retransmitiendo una carrera de motos; se trata del Gran Premio de Malasia y está a punto de comenzar la prueba de GP.
Un poco perezoso, me olvido por un momento del partido de rugby y me quedo viendo la carrera. Al igual que con el rugby, tampoco soy aficionado a las motos, pero hoy me quedo como atontado viendo la carrera. Todo transcurre con normalidad hasta que se produce una caída: el italiano Simoncelli pierde el control de su moto y cae a la carretera, siendo atropellado por otros dos pilotos que venían detrás. Debido al impacto, el casco del italiano sale por los aires.
Bandera roja, la carrera se para, los comentaristas transmiten su preocupación, la realización apenas repite la caída por respeto a los familiares y amigos de Simoncelli que lo puedan estar viendo por televisión. Los minutos pasan, mis corazón se encoge por momentos cuando enfocan a la novia llorando y al padre desesperado; mientras, Simoncelli es atendido en la unidad hospitalaria del circuito.
Siguen pasando los minutos, y mi angustia por la situación sigue aumentando a medida que van enfocando las caras de los otros pilotos, cuyos rostros reflejan la gravedad del asunto. Rossi, siempre alegre y bromista, es amigo de Simoncelli y es uno de los dos pilotos que le han atropellado accidentalemnte; su cara es un poema.
Suspenden definitivamente la carrera, un helicóptero se lleva al italiano y al rato cortan la conexión, despidiéndose los comentaristas con el corazón en un puño. Trato de olvidar lo ocurrido intentando ser optimista y pensando que quizás la cosa quede en un susto. Apago la tele y voy al cuarto donde tengo el ordenador. Busco una web donde ver el partido de rugby, pero no puedo parar de pensar en una persona que no conozco de nada, pero que hoy le siento más cercano que nunca... no puedo evitar pensar en su madre, viendo lo ocurrido por televisión a miles de kilómetros de distancia.
Sigo buscando el partido de rugby por internet, pero mis pensamientos están con el piloto y comienzo a buscar información acerca de su estado de salud...leo de todo...no sé que creer. Ya tengo en la pantalla de mi ordenador a Francia peleando contra Nueva Zelanda por el título mundial; me impresiona cómo se parten la cara de esa forma tan noble en cada acción del partido y pienso que esa es la esencia del deporte...lucha, esfuerzo, nobleza, sacrificio...
Me vuelvo a sumergir en internet en busca de noticias esperanzadoras sobre el estado de salud de Simoncelli, pero tristemente me encuentro con la peor de las noticias; Simoncelli ha muerto.
Me viene a la cabeza otra vez lo que deber ser la esencia del deporte; ahora ya no sé qué pensar. En algunas ocasiones, esa lucha y esfuerzo a la que me refería antes mientras veía el partido de rugby, nos lleva a situaciones límite. En esta ocasión ha sido un accidente, pero no me puedo quitar de la cabeza la cantidad de deportistas con el mismo triste final; ya sea en búsqueda de la ansiada victoria o por la mera superación personal.
Descanse en paz.
Marco Simoncelli (1987-2011)
Todavía me queda la opción de buscar alguna web pirata donde poder ver la final, pero al tener televisión en el dormitorio, se me pegan las sábanas y me quedo tumbado en la cama mientras cambio de canal. Es entonces cuando me paro en TVE, que está retransmitiendo una carrera de motos; se trata del Gran Premio de Malasia y está a punto de comenzar la prueba de GP.
Un poco perezoso, me olvido por un momento del partido de rugby y me quedo viendo la carrera. Al igual que con el rugby, tampoco soy aficionado a las motos, pero hoy me quedo como atontado viendo la carrera. Todo transcurre con normalidad hasta que se produce una caída: el italiano Simoncelli pierde el control de su moto y cae a la carretera, siendo atropellado por otros dos pilotos que venían detrás. Debido al impacto, el casco del italiano sale por los aires.
Bandera roja, la carrera se para, los comentaristas transmiten su preocupación, la realización apenas repite la caída por respeto a los familiares y amigos de Simoncelli que lo puedan estar viendo por televisión. Los minutos pasan, mis corazón se encoge por momentos cuando enfocan a la novia llorando y al padre desesperado; mientras, Simoncelli es atendido en la unidad hospitalaria del circuito.
Siguen pasando los minutos, y mi angustia por la situación sigue aumentando a medida que van enfocando las caras de los otros pilotos, cuyos rostros reflejan la gravedad del asunto. Rossi, siempre alegre y bromista, es amigo de Simoncelli y es uno de los dos pilotos que le han atropellado accidentalemnte; su cara es un poema.
Suspenden definitivamente la carrera, un helicóptero se lleva al italiano y al rato cortan la conexión, despidiéndose los comentaristas con el corazón en un puño. Trato de olvidar lo ocurrido intentando ser optimista y pensando que quizás la cosa quede en un susto. Apago la tele y voy al cuarto donde tengo el ordenador. Busco una web donde ver el partido de rugby, pero no puedo parar de pensar en una persona que no conozco de nada, pero que hoy le siento más cercano que nunca... no puedo evitar pensar en su madre, viendo lo ocurrido por televisión a miles de kilómetros de distancia.
Sigo buscando el partido de rugby por internet, pero mis pensamientos están con el piloto y comienzo a buscar información acerca de su estado de salud...leo de todo...no sé que creer. Ya tengo en la pantalla de mi ordenador a Francia peleando contra Nueva Zelanda por el título mundial; me impresiona cómo se parten la cara de esa forma tan noble en cada acción del partido y pienso que esa es la esencia del deporte...lucha, esfuerzo, nobleza, sacrificio...
Me vuelvo a sumergir en internet en busca de noticias esperanzadoras sobre el estado de salud de Simoncelli, pero tristemente me encuentro con la peor de las noticias; Simoncelli ha muerto.
Me viene a la cabeza otra vez lo que deber ser la esencia del deporte; ahora ya no sé qué pensar. En algunas ocasiones, esa lucha y esfuerzo a la que me refería antes mientras veía el partido de rugby, nos lleva a situaciones límite. En esta ocasión ha sido un accidente, pero no me puedo quitar de la cabeza la cantidad de deportistas con el mismo triste final; ya sea en búsqueda de la ansiada victoria o por la mera superación personal.
Descanse en paz.
Marco Simoncelli (1987-2011)
jueves, 6 de octubre de 2011
domingo, 2 de octubre de 2011
Estos días he disfrutado junto a mi mujer de unos días de descanso en Ibiza. Siempre que me tomo unas vacaciones, mi cabeza empieza a trabajar y le da por pensar en asuntos de lo más variado... emprender un negocio, estudiar una carrera en la UNED, apuntarme a un curso de cocina, cambiarme de ciudad, descubrir nuevos hobbies, dejarme barba, abrirme una cuenta de twitter...
Trasteaba con mi blackberry tumbado en la hamaca del hotel y decidí darme de alta en twitter. Ya lo había hecho hace 2 veranos en Cádiz y ahí quedó la cosa, 10 tweets y olvidado el asunto. En esta ocasión me encontraba más decidido y estaba dispuesto a profundizar más en este invento para tratar de comprender el éxito de esta red.
Me registré con el nombre de "diarionadalista" por salvaguardar un poco mi intimidad y enseguida intercambié algún tweet con Eduardo Laporte y Javier Ancín, amiguetes de la blogosfera. También le avisé a Gorka (Patatica) y nos hicimos seguidores mutuos, porque twitter va de eso, no? Yo te sigo, tú me sigues, yo digo algo ingenioso y tú me lo comentas...y viceversa. La cosa parecía divertida, pero mientras comía con mi mujer en el chiringuito de turno, empecé a notar que el asunto tenía algo de adictivo, hasta el punto de estar más pendiente de los mensajitos en forma de tweets que llegaban a mi móvil que de lo que me decía mi paciente esposa.
La siguiente fase del "experimento" fue hacerme seguidor de gente famosa: Rafael Nadal, Antoni Daimiel, Carlos Moyá, Iturriaga, Carlos Alsina...y claro la gracia está en que puedes interactuar con ellos. Tú les preguntas y ellos te contestan, aunque tiene que ser muy complicado para un personaje con 600.000 seguidores poder complacer a todos sus seguidores....
Empecé a sentirme como en una fiesta en la que nadie me hacía caso, el mundo me ignoraba y lo más cruel de todo es que parecía que todo el mundo se lo pasaba genial, todos menos tú. Pasé al plan B y seguí a algún que otro conocido que encontré por twitter pero me resultó muy aburrido...qué cojones me importa que estés comiendo una gambas con Fulanito, o que hayas dormido mal, o que Kaká haya metido un golazo, cuando eso lo puedo leer en el Marca. Además, mis originales tweets sólo lo eran para mí, porque nadie me hacía ni puto caso, salvo alguna honrosa excepción.
Y para rematar la faena, cuando comentaba algo a alguien "no famoso", vamos a algún conocido "corriente", y no recibía respuesta...pues me sentaba mal...ya lo que me faltaba, acabar de mala leche por una tontería de tal magnitud. En ese momento me di cuenta que twitter no era para mí.
Ahora mismo voy a anular mi cuenta de twitter, y qué cojones, quizás también la de facebook, que hace meses que no me paso por allí. Otra cosa es este obsoleto blog, al cual cada día le tengo más cariño por el sabor añejo y "retro" que va adquiriendo con el paso del tiempo; porque no nos engañemos, hoy en día escribir en un blog es de carrozas...y eso me encanta. Y por supuesto, no quiero olvidarme de la pequeña familia bloguera que se ha creado alrededor de este y otros blogs amigos, una familia imposible de crear en la jungla twitter.
Y para rematar mi crítica a twitter, tengo la intención de ir al cine para ver la peli "El árbol de la vida", sólo por llevar la contraria a todos los twitteros que no han parado de ponerla a parir con sus super-ingeniosos tweets.
Trasteaba con mi blackberry tumbado en la hamaca del hotel y decidí darme de alta en twitter. Ya lo había hecho hace 2 veranos en Cádiz y ahí quedó la cosa, 10 tweets y olvidado el asunto. En esta ocasión me encontraba más decidido y estaba dispuesto a profundizar más en este invento para tratar de comprender el éxito de esta red.
Me registré con el nombre de "diarionadalista" por salvaguardar un poco mi intimidad y enseguida intercambié algún tweet con Eduardo Laporte y Javier Ancín, amiguetes de la blogosfera. También le avisé a Gorka (Patatica) y nos hicimos seguidores mutuos, porque twitter va de eso, no? Yo te sigo, tú me sigues, yo digo algo ingenioso y tú me lo comentas...y viceversa. La cosa parecía divertida, pero mientras comía con mi mujer en el chiringuito de turno, empecé a notar que el asunto tenía algo de adictivo, hasta el punto de estar más pendiente de los mensajitos en forma de tweets que llegaban a mi móvil que de lo que me decía mi paciente esposa.
La siguiente fase del "experimento" fue hacerme seguidor de gente famosa: Rafael Nadal, Antoni Daimiel, Carlos Moyá, Iturriaga, Carlos Alsina...y claro la gracia está en que puedes interactuar con ellos. Tú les preguntas y ellos te contestan, aunque tiene que ser muy complicado para un personaje con 600.000 seguidores poder complacer a todos sus seguidores....
Empecé a sentirme como en una fiesta en la que nadie me hacía caso, el mundo me ignoraba y lo más cruel de todo es que parecía que todo el mundo se lo pasaba genial, todos menos tú. Pasé al plan B y seguí a algún que otro conocido que encontré por twitter pero me resultó muy aburrido...qué cojones me importa que estés comiendo una gambas con Fulanito, o que hayas dormido mal, o que Kaká haya metido un golazo, cuando eso lo puedo leer en el Marca. Además, mis originales tweets sólo lo eran para mí, porque nadie me hacía ni puto caso, salvo alguna honrosa excepción.
Y para rematar la faena, cuando comentaba algo a alguien "no famoso", vamos a algún conocido "corriente", y no recibía respuesta...pues me sentaba mal...ya lo que me faltaba, acabar de mala leche por una tontería de tal magnitud. En ese momento me di cuenta que twitter no era para mí.
Ahora mismo voy a anular mi cuenta de twitter, y qué cojones, quizás también la de facebook, que hace meses que no me paso por allí. Otra cosa es este obsoleto blog, al cual cada día le tengo más cariño por el sabor añejo y "retro" que va adquiriendo con el paso del tiempo; porque no nos engañemos, hoy en día escribir en un blog es de carrozas...y eso me encanta. Y por supuesto, no quiero olvidarme de la pequeña familia bloguera que se ha creado alrededor de este y otros blogs amigos, una familia imposible de crear en la jungla twitter.
Y para rematar mi crítica a twitter, tengo la intención de ir al cine para ver la peli "El árbol de la vida", sólo por llevar la contraria a todos los twitteros que no han parado de ponerla a parir con sus super-ingeniosos tweets.
domingo, 25 de septiembre de 2011
Ir a comprar el dvd de E.T. acompañado por Steven Spielberg
Comprar una entrada de la final de Wimbledon acompañado por Rafa Nadal, ir a la tienda de discos con Bono para adquirir un cd de U2, que Steve Jobs me ayude a elegir el color del ipod que quiero regalar a mi hermano...
Sé que la probabilidad de vivir alguna de estas situaciones es tan improbable como que un satélite de la NASA caiga sobre mi moto scooter. Aún así, me gusta imaginarme la cara que pondría el dependiente del videoclub cuando le pidiera consejo sobre qué película elegir de las muchas que ha hecho el amigo que me acompaña...siendo ese acompañante Robert De Niro.
- Qué opinas Robert? Estás de acuerdo? Vemos "El cazador" esta tarde? Mira que dura más de 2 horas y hemos quedado a las 21h para cenar con Al y Kevin.
- Hombre, Fernando, a mí me apetece jugar más al mus, pero bueno, lo que tú prefieras...
El viernes paseaba por la Plaza de Castillo de Pamplona y vi a lo lejos al escritor Eduardo Laporte. Se dirigía a una librería de la plaza, se detuvo unos segundos en el escaparate y entró. Yo terminé mi conversación telefónica y entré a la librería para saludarle. Estuvimos charlando un rato y luego me acerqué al dependiente, acompañado por Eduardo, con la intención de comprar el último libro de mi acompañante, pero el libro en cuestión se había agotado. Nos despedimos y el librero nos sonrió tras reconocer a la persona que me acompañaba.
Fuimos a otra librería del casco viejo y tras comprobar que tenían el libro en el escaparate, entramos dentro para poder comprarlo. Tras coger mi ejemplar, ya sólo quedaban dos libros más en las estanterías, se estaba agotando otra vez... Nos acercamos a la caja, y mientras la dependienta se daba cuenta de que la foto que aparecía en la portada del libro era igual que la de mi acompañante, hicimos alguna bromilla sobre el asunto.
Finalmente, Eduardo me acompañó a mi lugar de trabajo y me escribió una dedicatoria en la primera página del libro.
Por cierto, el título del libro es "Luz de noviembre, por la tarde".
Sé que la probabilidad de vivir alguna de estas situaciones es tan improbable como que un satélite de la NASA caiga sobre mi moto scooter. Aún así, me gusta imaginarme la cara que pondría el dependiente del videoclub cuando le pidiera consejo sobre qué película elegir de las muchas que ha hecho el amigo que me acompaña...siendo ese acompañante Robert De Niro.
- Qué opinas Robert? Estás de acuerdo? Vemos "El cazador" esta tarde? Mira que dura más de 2 horas y hemos quedado a las 21h para cenar con Al y Kevin.
- Hombre, Fernando, a mí me apetece jugar más al mus, pero bueno, lo que tú prefieras...
El viernes paseaba por la Plaza de Castillo de Pamplona y vi a lo lejos al escritor Eduardo Laporte. Se dirigía a una librería de la plaza, se detuvo unos segundos en el escaparate y entró. Yo terminé mi conversación telefónica y entré a la librería para saludarle. Estuvimos charlando un rato y luego me acerqué al dependiente, acompañado por Eduardo, con la intención de comprar el último libro de mi acompañante, pero el libro en cuestión se había agotado. Nos despedimos y el librero nos sonrió tras reconocer a la persona que me acompañaba.
Fuimos a otra librería del casco viejo y tras comprobar que tenían el libro en el escaparate, entramos dentro para poder comprarlo. Tras coger mi ejemplar, ya sólo quedaban dos libros más en las estanterías, se estaba agotando otra vez... Nos acercamos a la caja, y mientras la dependienta se daba cuenta de que la foto que aparecía en la portada del libro era igual que la de mi acompañante, hicimos alguna bromilla sobre el asunto.
Finalmente, Eduardo me acompañó a mi lugar de trabajo y me escribió una dedicatoria en la primera página del libro.
Por cierto, el título del libro es "Luz de noviembre, por la tarde".
lunes, 12 de septiembre de 2011
lunes, 5 de septiembre de 2011
Un duro día de trabajo
Hoy me hubiera encantado escurrirme en la silla para desaparecer de la oficina...ha sido un día horrible de trabajo. Algo parecido a lo que le pasó a Rafa Nadal tras su victoria ante David Nabaldian.
¿Momento arrealista quizás?
¿Momento arrealista quizás?
martes, 30 de agosto de 2011
Dedicatoria muy especial
Más de una vez se ha hablado en este blog de la capacidad de sacrificio de los tenistas y, sobre todo, de su fuerza mental. Épicas batallas sobre la tierra de Roland Garros o la hierba de Wimbledon, increíbles remontadas tras más de cinco horas bajo el sol, duras derrotas tras años de preparación, interminables viajes alrededor de todo el mundo en busca de la gloria en algún torneo, frustrantes lesiones que te apartan del camino...
Hace cinco días nos dejó una persona muy cercana y especial, una persona que se enfrentó durante siete años a una dura enfermedad con la mayor dignidad, fuerza y optimismo que uno pueda imaginar. Pero finalmente no pudo ser y hoy escribo estas líneas con tristeza.
Pero hay algo que esa mierda de enfermedad no ha sido capaz de arrebatarnos, que no es otra cosa que el ejemplo que nos dio esa persona tan especial y que siempre formará parte de las personas que estuvimos cerca de ella. Ejemplo e inspiración por su capacidad de lucha física y mental que hace de las batallas tenísticas un simple juego de niños. Muchas veces buscamos ídolos lejanos y no nos damos cuenta de que los tenemos muy cerca.
Hace cinco días nos dejó una persona muy cercana y especial, una persona que se enfrentó durante siete años a una dura enfermedad con la mayor dignidad, fuerza y optimismo que uno pueda imaginar. Pero finalmente no pudo ser y hoy escribo estas líneas con tristeza.
Pero hay algo que esa mierda de enfermedad no ha sido capaz de arrebatarnos, que no es otra cosa que el ejemplo que nos dio esa persona tan especial y que siempre formará parte de las personas que estuvimos cerca de ella. Ejemplo e inspiración por su capacidad de lucha física y mental que hace de las batallas tenísticas un simple juego de niños. Muchas veces buscamos ídolos lejanos y no nos damos cuenta de que los tenemos muy cerca.
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